Los estudiantes viven en una residencia, acompañados y supervisados por personal del colegio, quienes son los encargados del cuidado de los estudiantes las 24 horas del día. En ellos, conviven estudiantes irlandeses y de otras nacionalidades. Generalmente se encuentran ubicados en plena naturaleza, lo que facilita la práctica de deportes al aire libre.
Vivir en un internado para el joven supone un gran aprendizaje ya que deberá aprender a convivir y respetar a los demás estudiantes, además de conocer sus culturas. Además, la presencia de hispanohablantes suele ser bastante reducida.
Hay una gran disciplina. Los días comienzan con un buen desayuno y prosiguen con las clases. Tras el almuerzo, en torno a las 13:00, es el turno de las actividades extraescolares, deportivas o artísticas. En los internados existen horas de estudio diarias tuteladas. El horario estructurado y completo permite a los estudiantes un óptimo aprovechamiento de la jornada.
En Irlanda no es habitual que los estudiantes tengan uniforme, pero sí acata un código de vestimenta.
Después de clase, los jóvenes realizan las actividades extraescolares. La oferta es lo suficientemente amplia como para que cada estudiante encuentre una motivación extra. Además, siempre hay equipos con distintos niveles y los principiantes son bienvenidos. Lo habitual es que se practiquen distintos deportes cada trimestre, lo que permite probar distintas opciones a lo largo del curso.
Los fines de semana los alumnos participan en competiciones deportivas, excursiones, actividades culturales… Siempre acompañados de los profesores, que se transforman durante ese año en los familiares responsables de los estudiantes.